Cleophus Prince Jr

"El asesino de Clairemont"
Nació en Alabama, el 24 de julio de 1967. Creció con la arrogancia de un matón de tercera. Atlético, mandíbula dura, ojos vacíos. Se metió a la Marina, pero lo echaron como a un perro sarnoso: ladrón y basura.
En 1989, con 22 años, aterrizó en San Diego, California, con un billete solo de ida al infierno. Trabajaba por las tardes en un supermercado, apilando latas, cobrando en caja, dando el cambio con las mismas manos que horas antes desgarraban carne humana.
Las mañanas eran para otra cosa.
Su territorio de caza: Clairemont. Sus presas: mujeres jóvenes, blancas, solas, desprevenidas. Las acechaba, las seguía, las rajaba como si fueran ganado.
De enero a septiembre de 1990, seis mujeres murieron bajo su cuchillo. Todas en sus casas. Todas en la intimidad rota de sus habitaciones. Todas destrozadas más allá del reconocimiento.
Su firma: poses grotescas, cadáveres abiertos, heridas apiladas en el mismo punto como si intentara desatornillarlas de la vida.
No mataba con furia. Mataba con precisión.

CRÍMENES
🩸 La primera en caer: Tiffany Schultz
12 de enero de 1990 | 10:30
Tiffany Schultz, 21 años, piel dorada por el sol de California. Un bikini. Un cigarro en la boca. Una mañana cualquiera. Su última.
La administradora del complejo recuerda a un negro musculoso merodeando, pidiendo ayuda con su coche. Mentira.
El tipo no va al estacionamiento. Se pierde entre los edificios.
Minutos después: golpes sordos, agua corriendo, silencio.
Por la tarde, su compañera de cuarto la encuentra en la habitación. Semi desnuda. El pecho perforado con cuchilladas en círculo. Profundas. Limpias. El rostro convertido en carne picada.
En la bañera, rastros de sangre. Una toalla húmeda.
El asesino la limpió antes de irse.
No forzó la entrada. Bajó por el balcón con la agilidad de una pantera.
La policía detiene al novio. Dos días después, lo sueltan.
Prince sigue suelto. Y tiene hambre.

🩸 Janene Weinhold: Cuchillos y brutalidad
16 de febrero de 1990 | 14:00. Su compañera de piso la espera en el trabajo. Janene nunca llega.
Una testigo ve a un hombre negro en las escaleras de Janene. Triste. Pensativo. Un depredador calculando su siguiente golpe.
20:00. La encuentran en el suelo, piernas abiertas, ropa interior al revés.
22 puñaladas. Ocho en el mismo punto. Con tanta saña que algunas cuchilladas doblaron el filo del arma.
El asesino usa un cuchillo de la cocina para despedazarla. Lo deja en el fregadero, como un trofeo.
El colchón, empapado en semen, como un tributo enfermizo a su propia obra.
El asesino no dejó dudas. Estaba disfrutando.

🩸 Holly Tarr: Cara a cara con la bestia
3 de abril de 1990. Holly Tarr, 18 años, aspirante a actriz.
Pasa la mañana con su amiga en la piscina. Se fijan en un negro haciendo musculación por la zona. A las 11:50, se va sola a ducharse.
10 minutos después, su amiga llega y encuentra la puerta cerrada con cadena. Desde dentro, un grito ahogado. Luego, silencio. Un vecino abre la puerta. Un hombre enmascarado irrumpe con un cuchillo gigante. Empuja a la amiga, sale corriendo.
Holly está en el suelo, en ropa interior, con una puñalada certera en el corazón. Se desangró en minutos.
Otro testigo ve a un negro musculoso huyendo entre los edificios. Camiseta roja, pantalones negros, un trapo blanco cubriéndole la cara. Prince. Se deja ver demasiado.

🩸 Acecho en la piscina: La caza en Torrey Pines Village
25 de abril de 1990. Una mujer disfruta de un baño en la piscina. Un hombre la observa, fijamente, sin disimular. Cuando ella regresa a su apartamento, él la sigue sin que lo note.
Una vecina lo ve subir las escaleras y forzar la manija de la puerta. Se alarma y llama a la administración. Tres días después, su compañera de cuarto escucha un golpe seco en la puerta. Al asomarse, lo ve de pie, intentando entrar de nuevo. La policía recibe el aviso, pero cuando llegan, Prince ya se ha esfumado.
Más tarde, un Chevrolet destartalado ruge en el estacionamiento. La administradora anota la matrícula. Pertenece a Cleophus Prince Jr. La red comienza a cerrarse.

🩸 Depredador nocturno: Ataque frustrado en La Jolla Shores
2 de mayo de 1990. Leslie Hughes-Webb regresa de la playa. Un hombre está de pie en su puerta trasera, observándola. Dice que antes alquiló esa casa y se marcha. Pero regresa segundos después.
Leslie intenta cerrar la puerta, pero él la embiste con violencia. La agarra de los hombros, le tapa la boca con brutalidad. La somete. Ella se revuelve con todas sus fuerzas y lo empuja contra una mesita de noche. Grita. Pide ayuda. Prince la suelta y huye, perdiéndose entre las sombras.
Esta vez no logró su objetivo. Pero no dejó de intentarlo.
🩸 Elissa Keller: El trofeo dorado
21 de mayo de 1990. Elissa Keller, 38 años. Su hija regresa a casa a las 23:30 y encuentra la puerta sin asegurar. Dentro, un charco de muerte. Su madre yace en el suelo, tapada con una manta.
Solo lleva una camiseta, la ropa interior ensangrentada cerca. Nueve tajos brutales en el pecho. Heridas defensivas en los brazos. Se defendió, pero no tuvo oportunidad ante el frenesí homicida.
El asesino dejó su firma: huellas de zapatillas Nike Air Jordan en la ventana. En el baño, marcas de guantes con patrón de reja. Y un detalle final: el anillo de oro de Keller desapareció. Días después, Prince se paseaba con él en el cuello como un trofeo de guerra.

🩸 Pamela y Amber Clark: Matanza final
13 de septiembre de 1990. Pamela Clark, 42 años, y su hija Amber, 18.
La madre va al gimnasio. A las 10:00 por la mañana, los vecinos oyen a Amber discutir con un hombre. A las 11:00, madre e hija están muertas.
Pamela en la entrada, desnuda, brazos extendidos como una virgen crucificada. Once puñaladas en el pecho. Amber, en el pasillo, con la ropa bajada hasta la cadera. La misma firma: 11 cuchilladas quirúrgicas.
Prince no fue a trabajar ese día. Se quedó cazando. Con este doble asesinato cerró su carrera sangrienta.

🩸 MÁS ROBOS Y ATAQUES
Tras las muertes, Prince se dedicó al robo. Entraba en casas de mujeres solas, las acechaba en gimnasios y se colaba en sus apartamentos cuando estaban fuera o dormidas. En más de una ocasión, se llevó un cuchillo de la cocina. Si lo descubrían, su solución era simple: "Si me pillan, les corto el cuello".
El 3 de febrero de 1991, intenta irrumpir en la casa de una mujer. Huyendo, deja un testigo clave: su matrícula.
Dos días después, en un gimnasio, un empleado lo reconoce y llama a la policía. Lo encuentran en su coche. Lo arrestan. Lo liberan. No saben lo que tienen.
ARRESTO Y CONDENA
1 de marzo de 1991. Cleophus Prince Jr. cae en Alabama.
Las pruebas de ADN lo vinculan con los crímenes. El juicio es puro espanto. Los fiscales lo pintan tal cual es: un cazador de mujeres, un asesino metódico, un monstruo sin alma.
En 1993, la justicia le da la única sentencia posible: pena de muerte. Desde entonces, se pudre en el corredor de la muerte en San Quintín.
Masacraba por la mañana, cobraba en el súper por la tarde, dormía como un bebé por la noche.
La única pregunta es: ¿Cayeron más?

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